En primer lugar, es una simple observación: los drones eléctricos no tienen suficiente resistencia para vuelos de larga distancia, necesitan algo más. La solución está en una de las mayores esperanzas para el futuro de la industria aeronáutica: el hidrógeno. Gracias a las pilas de combustible, se cree que los drones volarán entre dos y tres veces más. En efecto, esta tecnología proporciona una densidad energética dos o tres veces superior a la de las mejores baterías de litio. Partiendo de esta hipótesis, Delair decidió adaptar uno de sus drones operativos, el DT26, para que funcionara con hidrógeno: así nació el proyecto Hydrone.
Ya existían drones propulsados por hidrógeno, pero se utilizaban principalmente como demostradores. Delair tenía realmente la voluntad de asociar esta tecnología a su dron certificado BVLOS desde hacía 6 años, con su carga útil EO/IR plenamente operativa para que el sistema fuera operativo.
No habría sido posible sin ayuda
Hydrone ha sido financiado por la DGA (Dirección General de Armamento francesa) a través del procedimiento de subvención RAPID, que ayuda a los proyectos que innovan tanto en el mercado militar como en el civil, e incluye dos partes: el dron y una miniestación de hidrógeno para producir localmente el hidrógeno con el que rellenarlo. Mientras que el dron corre a cargo de Delair, la estación de hidrógeno ha sido diseñada y fabricada por Ergosup, una innovadora empresa de nueva creación que ha desarrollado un prometedor proceso de producción de hidrógeno a alta presión que permite el suministro de hidrógeno in situ.
Un proyecto muy prometedor..
Hydrone supone un gran avance para la industria de los drones, ya que, en comparación con el DT26, es dos veces más duradero, alcanzando el tiempo de vuelo de un helicóptero. También es, como el DT26, silencioso y, por tanto, discreto, a diferencia de los drones propulsados por motores de combustión.
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