Lo habían contratado después de su apasionada presentación del Volt 4, que aún lo asombraba ya que luego el equipo había decidido filmar un loco video que parecía burlarse de sus argumentos comerciales. Sufrió durante algún tiempo pesadillas pobladas por procesadores de alimentos y cáscaras de plátano. Estaban locos y lo contrataron. Y ahora le tocaba presentar su último parapente, el Eazy 3.
Antes se habría quedado días y días mirando una página en blanco, habría investigado a fondo, habría entrevistado a especialistas, se habría devanado los sesos hasta tener una migraña. Pero eso fue antes. Porque nunca había volado antes. Seguían repitiendo “break your own rules”, estaban haciendo una lluvia de ideas y sus sugerencias eran completamente excéntricas…
Estaban locos. Y luego, un día, le pusieron un paquete en los brazos. Era el nuevo Eazy. Lo examinó con curiosidad. Le había sorprendido el olor de la tela nueva, había admirado el sentido del detalle dado a todos los elementos del ala: su shark-nose muy elegante, las bandas muy claras, el nuevo diseño de color… No formaba parte de esas personas que siempre habían soñado con volar, que querían ser piloto de avión, etc. El parapente le había caído encima. Un encuentro improbable. Con este Eazy 3. Le había abierto un nuevo mundo.